
..."En la calle todos me conocen y saben que soy uno de ellos. Lo digo sin orgullo, para nada. Pero es la verdad. Son gente, igual que yo. Conozco sus pecados porque son los míos.
Me encanta. Hay pensamientos que no se sabe a quién pertenecen.
Todos tenemos prioridades y entre las mías no está el mantener su amistad si eso significa sacrificar la oportunidad de satisfacerme. Además, ella misma lo propuso. Esteban, todavía no he conseguido el dinero. ¿No se te ocurre otra forma de cobrarme? Eso nadie lo dice sin una segunda intención. Y las dobles intenciones siempre incluyen sexo. Siempre.
Claro que hay un montón de bandas ecuatorianas de death metal y grindcore que me vuelan la cabeza… Pero igual: me quedo con el death de los gringos. Supongo que yo también soy un novelero de mierda.

Es ley seca y tengo todo el día bebiendo. Y soplando… La porción de cerro desde donde me narro tiene dos accesos posibles. Por ambas escaleras la gente sube a comprar teques o mugas. El almacén está abierto las 24 horas. Estamos en ley seca y acá todos están botando la casa por la ventana. Literalmente. Los pushers del cerro coleccionan la más heterogénea gama de basura de la galaxia. Les llevan de todo. Muebles apolillados, ropa agujereada, tecnología desactualizada. Nada, no pasa nada… Abajo, Guayaquil –el país entero- está de elecciones y aquí Walter vende doscientas hayacas por minuto. Y la gente se fuma doscientas hayacas por minuto.
Pese a lo que les dije en el capítulo 16, la verdad es que a ratos me cansa escribir sobre lacras, cachos y gente resentida. Pero para hablar decentemente sin ser cursi hay que tener talento, y me parece que por ese lado estoy jodido.
La diferencia es que ella no finge, su rencor es sincero. Y para mí, el que ella no me ame ya es una forma de violencia.
Yo siento lo mismo y no concibo cómo podemos tocarnos o dirigirnos la palabra con todo lo que sabemos el uno del otro.
El reto para ellos ahora no es únicamente llegar a grabar los nuevos temas, sino demostrar cuál es la necesidad de editar, en estos tiempos tan saturados de producciones musicales, un disco más. Cuando veo a Marco sentado fielmente a mi lado, llenándose los pulmones de crack, me doy cuenta de que lo lograrán.
El señor habla a través de tu boca, sanas a los enfermos con solo pensar en ellos. Hijueputa. Lo único que has hecho es cambiar de dependencia. Antes te escondías detrás de una pipa y ahora lo haces detrás de un tal Jesús. Sabes que en medio mes estarás rogando por una hayaca. Vas a tropezar en el primer bache que encuentres y entonces te vas a fumar hasta la camisa que llevas puesta.
- No hay peor ciego que el que no quiere ver, Esteban.
- Ni peor triquero que el que vive arrepentido de fumar.
Y Esteban llegará hasta Juan porque así debe ser, aunque se haya escondido debajo de las piedras, aunque tenga que prenderlo fuego al hospital entero.
Con razón cada vez menos gente quiere hablar conmigo."...
El enemigo necesario, el autor es Marco Martínez Zúñiga (Guayaquil, 1979)